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Guía básica para la comunicación en lengua de signos catalana

1.4. Pautas de comunicación con una persona sorda.

A la hora de comunicarnos con una persona, lo primero que debemos saber es que no hay nada mejor para la comunicación que las ganas de entenderse. Saber lengua de signos nos ayudará mucho si la persona que tenemos delante es signante, evidentemente, pero más allá de compartir la lengua es fundamental entender la naturaleza de nuestro interlocutor, que en este caso, no oye. Por este motivo, presentamos una serie de pautas que facilitan en gran medida esta interacción comunicativa:

  • Para llamar la atención de una persona sorda basta con tocarle suavemente el hombro si se encuentra de espaldas, hacer un gesto con las manos para captar la atención si nos puede llegar a ver y, en otros casos, encender y apagar la luz o golpear fuerte el suelo con los pies para hacerle llegar la vibración.
  • Hablar sin obstaculizar la boca es importante porque la persona sorda nos pueda leer los labios. Eso quiere decir, no taparnos la boca con la mano, ni hablar con un bolígrafo entre los dientes, ni cualquier otro objeto o postura que impida la lectura labial.
  • La expresión facial es un elemento que ayuda en gran medida a comunicarse con la persona sorda, lo veremos más adelante. De momento, es importante que tengamos en cuenta los componentes que completan el discurso verbal, como el mimo, los gestos o la escritura. En caso de que no nos entiendan, podemos volver a formular lo que estamos diciendo con otras palabras.
  • Respetar la atención dividida de la persona sorda es importante si queremos que siga una explicación al completo. Debemos intentar no dar información a la vez que señalamos algún estímulo visual, como un texto, una imagen o un objeto, sino esperar que la persona sorda lo haya acabado de mirar para continuar con la explicación. De la misma manera, si leemos un texto, debemos procurar no seguir hablando si bajamos la cabeza para continuar leyendo.
  • Según los restos auditivos de la persona sorda que tenemos delante, quizá ayude el hecho de levantar la voz un poco. Sin embargo, no hace falta gritar, ya que nos hace perder expresión facial y además resulta inútil para aquellas personas sordas con pérdidas severas o profundas. De la misma manera, hay que controlar la velocidad del discurso, ni demasiado rápido ni excesivamente lento.
  • Hay que recordar que la persona sorda no recibe la información acústica que puede oírse por un megáfono o señal acústica de cualquier clase, por ejemplo alarmas, timbres, cláxones, etc. Por lo tanto, deberemos tenerlo en cuenta para aquellas situaciones en que la persona sorda quede excluida de los mensajes dirigidos a una mayoría oyente.
  • A la hora de ponernos en contacto con una persona sorda tendremos presente medios de comunicación como el correo electrónico, los mensajes de texto del teléfono móvil, el fax, la carta, o el servicio de intermediación de personas sordas del IMSERSO.
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